Hay bebés que experimentan mucha sensibilidad a los cambios de posición y se sienten molestos o doloridos cuando se les coloca en un portabebés.
Esta situación puede tener origen en condiciones como la tortícolis congénita o el síndrome de Kiss. El bebé se siente molesto porque hay tensión en su cuerpo según la forma en que se le coloque. Es así como estos bebés pueden verse con la cabeza hacia un mismo lado por ejemplo, o verse arqueados, o queriendo estirar constantemente su cuerpo. Este tipo de condiciones son tratables y se detectan observando al bebé.

La articulación de la cabeza comprende el atlas, el eje, la base del cráneo, músculos, nervios y ligamentos. Esta zona representa un centro de reflejo, que participa en la toma de conciencia y controles de tono muscular en los músculos posturales, y maneja la posición de la cabeza con respecto al cuerpo. Entre otras funciones, permite llevar a cabo los movimientos de asentir y de girar la cabeza.
¿Que es el sindrome de Kiss?
El síndrome de Kiss, llamado también síndrome de bloqueo del atlas, o subluxación vertebral del atlas, surge cuando la delicada articulación de la cabeza permanece fuera de su alineación, dando como resultado una asimetría física (distorsión del cuello). No es por tanto una enfermedad, sino una alteración postural. En otras palabras, las primeras vértebras cervicales, que unen la columna al cráneo, están mal posicionadas. Cuando el atlas se desencaja hace presión en ciertos nervios y vasos, y perturba el alineamiento de todas las vértebras. Ello implica que el cuerpo tratará de compensar mecánicamente este problema con la aparición de desajustes vertebrales por toda la columna vertebral y, por ende, la cadera, las rodillas, tobillos y los pies.
Sus posibles causas incluyen partos largos y difíciles que requieren de instrumentalización, cesáreas, la presentación de nalgas, partos gemelares, poco espacio intrauterino, infecciones, el procedimiento de nacimientos muy rápidos, peso al nacer más de cuatro kg y un factor genético.
Sintomas
Algunos de los síntomas son: cuello distorsionado, desviación de la columna vertebral, asimetría facial, movimientos asimétricos de las extremidades (brazos y piernas), tendencia a arquear la espalda, sensibilidad del cuello al tacto, cabeza inclinada hacia un lado, desarrollo asimétrico de las caderas, llanto, lágrimas frecuentes al vestirlos, rodar hacia un lado solamente, dormir en la misma posición, molestias en el coche o al ser empujados en un coche, y otros como no desear ser abrazados ni querer ir en brazos.
Posible tratamiento
Sin tratamiento se puede observar cómo algunos bebés aprenden a compensar su postura distorsionada y minimizar el dolor intentando encontrar una posición que no les moleste.
Cuando es diagnosticado, su tratamiento incluye una terapia de presión manual que no involucra movimientos de rotación ni fuerza para lograr una rápida relajación de los músculos involucrados en mantener la postura. El tratamiento es corto, indoloro y no resulta en movimientos significativos de las vértebras involucradas.

Conclusiones
Mencionamos este síndrome porque una de sus características es no querer ir en brazos. Y, siendo una condición que puede pasar desapercibida, ante esta situación posiblemente algún cuidador no sepa que el rechazo del bebé pueda deberse a esta condición. Es muy probable que la tensión que otorga un portabebés contribuya a aliviar las molestias del síndrome de Kiss ya que estabiliza la espalda.
No obstante, como es característico de los bebés que lo padecen arquear la cabeza, ir en el portabebés con la cabeza inclinada hacia atrás no será tan cómodo para el pequeño como lo sería buscar que el bebé apoye su cabeza en el pecho o en la espalda de su cuidador. Sin embargo, no debemos forzar al bebé a tomar ninguna posición, ni en el portabebés ni en ningún otro dispositivo. Así pues, el porteo no es un impedimento para bebés con síndrome de Kiss. Y esos molestos síntomas se pueden corregir con una terapia que, como explicamos, es indolora y muy corta
Mas afecciones posibles del bebé
Es fundamental que los padres y cuidadores comprendan las diversas afecciones que pueden afectar a un bebé para poder brindar el mejor cuidado posible. Reconocer y comprender estas afecciones permite a los cuidadores actuar con rapidez y eficacia, garantizando el bienestar del bebé y facilitando una pronta recuperación.